Aquí frente a mi , esta cosmogonía de libros como un universo de letras escritas en distintos lugares y tiempos .
Mi madre siempre leía a Chateaubriand y solapadamente me inclinaba a recorrer los textos de sus Memorias de Ultratumba , como quien guía a caminar en un umbral de místicos refugios.
Desde niña adivinaba que en esa biblioteca jugaban duendes mitológicos .
Pero en mi madurez entré a bucear en los mágicos renglones y así quedaba horas y horas sumergida en esas blancas hojas embarazadas de contenidos .
El alma de los escritores me hablaba y como en un carbónico todo quedaba registrado. Fue la noche anterior a la llegada de mi prima Lisa.
Llegaría desde Bogotá , su familia estaba radicada allí desde hacia diez años .
Más que prima era mi gran amiga .
Ya consagrada como eximia escultora.
Había conocido todas las técnicas creadas por Gustavo Arcila Uribe.
Aunque no la veía hacia unos años , las revista del Arte, la mencionaban y elogiaban sus obras.
Esa mañana fui a esperarla al aeropuerto.
El cielo se veía nítido, tanto que hasta las almas de quienes se fueron , se podía divisar .
Mi ansiedad llegaba hasta las escalerillas. aun no desplegadas del avión que la traería . Mis ojos se quedaron mirando el reloj . Ya eran las diez y el altavoz anunciaba que arribaría desde Colombia en unos minutos más.
El tiempo nos parece eterno , cuando esperamos con esas ansias. acumuladas por los años que no nos vimos .
El tiempo, mientra esperaba me quedé en esa palabra ,quise desentrañarla .
Hay un tiempo cuando las emociones lo perciben breve , fugaz como un suspiro .Esos son los tiempos del amor.
El sonido inconfundible que retumbaba en la pista , me distrajo.
Mis ojos fijos en el avión que llegaba.
Nos fundimos en un abrazo que duró unos segundos.
Así en silencio como uniendo nuestras almas.
Lucía un solera que hacían juego con su zapatos solferino.
Llegamos a mi casa , detrás del parque de plantas y flores,desde donde sólo se veía la alta chimenea .
Conversamos, no de sus éxitos como artista , ni de su país adoptado.
Lisa tenia un dejo de tristeza en su mirada clara
Esa luz alegre que recordaba cuando eramos niñas , ya no le pertenecía.
Repitió varias veces el nombre de Augusto y no pude contenerme y le pregunté.
En la pared , el reloj daba las catorce ,creo que no lo escuchó.
Se acercó a mi hombro y lloró.
Mojó la fina gasa que le cubría su delgado cuello . Después se calmó .
Un aroma lavanda invadía desde el jardín.
Augusto había dejado en ella las más hermosas huellas de amor .
El , sólo el había despertado en Lisa el amor más puro.
Ahora, sólo estaba en su corazón.
Augusto yacía donde descansan los cuerpos sin vida.
Un epitafio rezaba: Te amé y amaré mas allá de esta vida.
No estaba en Las memorias de ultatumba.
Estaba en la memoria del corazón de Lisa .
4 comentarios:
Me cautivaste con la sensibilidad de tus letras,¡magnificas!
Gracias.
Maria de los Angeles Roccato
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Es increíblemente belleza todo y cada uno de los sentimientos que escribiste.
Es maravilla.
Ya sabes que te admiro querida mía.
Magnifico, de una gran sensibilidad, felicitaciones.
Hilda Irene Villa
Muy tierno y bien comparado.
Saludos de
Ignacio Siar Arzaluz
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